La Familia Ybarra y Dos Hermanas. Apuntes para la vida de D. Luis Ybarra González.
jueves, 8 de junio de 2023I. INTRODUCCIÓN. LA ALTA SOCIEDAD SEVILLANA Y DOS HERMANAS
II. LOS YBARRA Y DOS HERMANAS
Como es sabido el primer Ybarra establecido en Sevilla fue el I Conde de este título, D. José María Ybarra Gutiérrez de Caviedes casado con Dª Dolores González Alvarez. Este importante prócer, alcalde de Sevilla y fundador junto con D. Narciso Bonaplata de la Feria ya poseyó heredades en Dos Hermanas. Era el caso de la hacienda de Bucarelli o de la Torre de Doña María, adquirida en 1895, compuesta de olivar y dehesa, de la que por división y otras agregaciones procede la hacienda de Quintos al menos en la parte propiedad de los Ybarra. Por su parte de los González, la familia de su mujer, era la magnífica hacienda de Bujalmoro con su gran caserío, olivar, viñas y dehesas en las que estaban incluidas las fincas llamadas Manchón de Bucaré y Cerros de Galindo. Los cinco hermanos Ybarra González -José María, II Conde, Eduardo, Ramón, Tomás y Luis- heredaron estas posesiones con otras en diversos términos municipales: El Colmenar en Aznalcazar, Monte Marta y Cónica en Alcalá de Guadaira, El Garrotal en Santiponce, San José de Buenavista -las Cascajeras- y la Palmilla en Coria del Río... Como muy acertadamente dice D. Eduardo Ybarra Hidalgo, biznieto del primer conde, reunieron varias fincas que, en conjunto, no eran de una extensión de llamar la atención. Ciertamente sumaban muchas hectáreas pero en la época -el primer conde fallece en 1878- muchos agricultores poseían sin grandes dificultades las 2.500 has. La originalidad de los Ybarra radica en que adelantándose a los tiempos, vendían sus productos transformados, sobre todo en lo que se refería a los derivados del olivo: aceites y aceitunas. Esta característica lleva a plantearse una característica muy importante de los Ybarra que desmonta el tópico de familia de grandes terratenientes absentistas sin intereses industriales que con demasiada frecuencia se aplica a toda la oligarquía andaluza. El tópico, como todos, es un tópico y la existencia de numerosos agricultores con este carácter no quita para que familias como los Ybarra o los Pickmann, por poner dos ejemplos relacionados con Dos Hermanas, diversificaran, y mucho, sus intereses. Los Ybarra, sin ir más lejos tenían intereses agrícolas, industriales -sus fábricas de transformación de productos agrícolas por ejemplo-, mineros y comerciales, entre ellos su famosa naviera. En parte la familia todavía conserva esta diversificación teniendo en cuenta ante todo la actual extensión del clan familiar, muy numeroso y emparentado ya prácticamente, como le ha pasado a otras grandes familias como los Benjumea, con todo el resto de la clase dominante sevillana. Sin duda el clan, aún hoy, tanto la rama sevillana como la bilbaína, juega un papel clave en Sevilla y singularmente en Dos Hermanas.
Tras el primer conde sus hijos entrarían en la política regional y nacional siendo D. Eduardo Ybarra y González, Jefe del partido Conservador en Sevilla entre 1891 y 1911 y su hermano Tomás entre 1911 y 1916. No entraré, al menos en este artículo, en su papel político en el Congreso o el Senado, en el clientelismo, que,
como muchas otras grandes familias, fomentaron. Desde luego tuvieron mucha importancia en la vida política de la Dos Hermanas de la Restauración no tanto como líderes inmediatos sino más bien desde su posición eminente de señores, o señoritos, de Sevilla con enorme poder económico en la villa. En 1908, por ejemplo, se convocó una reunión de propietarios para remediar la ruina económica de las arcas municipales. Estaban representados los hacendados y los almacenistas. los presidía D. Eduardo Ybarra González en representación de su hermano Ramón. También asistió su hermano Luis María,
D. Luis Ramos Serna, D. Antonio Sánchez Rodríguez, D. Miguel Sánchez- Dalp, D. Antonio Mejías Asencio, D. José Gómez Martín, que representa a la viuda de Valera -la mítica D. Brígida García García que según la tradición fue la primera que coció aceituna en Dos Hermanas- y a los herederos de su padre D. Francisco Gómez Rivas, D. José Luis Fernández, al que representó su dependiente D. Estanislao Gil, D. Jesús de Grimarest y Villasís, que representa a su hermano D. Juan, D. Armando de Soto Morillos; D. Manuel Gómez Claro en representación de “Gómez Varela y Cia.”, D. Julián de Cos Torres, D. Antonio de Castro y Gadea como apoderado de la viuda de Alpériz, D. Juan Rubio Pozas, D. José Pardo, y el alcalde, D. Juan Castro Claro. Se excusaron el marques de Marchelina y D. Francisco de Paula Baena de león Izquierdo. En la reunión se tomó contacto con el problema que consistía en repartir entre los hacendados y almacenista la carga precisa para afrontar los gastos que debía atender el ayuntamiento. El Sr. Ybarra los consideró excesivos empezando por el sueldo del secretario, a la sazón D. José Garrido Romero, El Sr. Grimarest contestó que la vida era cara en la villa y, por otro lado, al personal para exigirle había que pagarle adecuadamente.
Una mujer del pueblo llano: Francisca Vaquero Monge, hacia 1910.
(Foto cedida por Belén Sánchez Vaquero, q.e.p.d.).
Tras este brevísimo repaso a la política me gustaría centrarme en la figura de D. Luis Ybarra y González, tan relacionado con Dos Hermanas. Era el cuarto de los hermanos y había nacido en Sevilla el 11 de octubre de 1849 siendo bautizado en la Parroquia de San Nicolás, frontera al palacio de sus padres. El 12 de octubre de 1877 casó en San Martín de Sevilla con Dª María de la Concepción Gómez Rull, nacida en Huelva el 11 de septiembre de 1858 e hija de D. Nicolás Gómez Pérez, caballero de gracia de la Orden de San Juan de Jerusalén, diputado a Cortes por dicha capital en 1866 y senador del Reino por la misma provincia en 1877, y de Dª María de los Dolores Rull Castaños, cuyos hermanos Felipe y Ramón eran caballeros santiaguistas y el primero II Conde de Casa Rull. D. Nicolás Gómez era nieto de D. Miguel Gómez Ramos, alcalde de Huelva en 1776, que había ganado Real Previsión de Nobleza en la Chancillería de Granada expedida el 11 de marzo de 1808.
El nuevo Matrimonio se instaló en la casa número 6 de la calle Toqueros, más tarde, denominada Conde de Ybarra, colindante con la casa de los padres en la calle San José. Luis, al igual que sus hermanos José María y Ramón, construyo nueva morada en la Huerta de San Luis de Dos Hermanas, donde las familias pasaban largas temporadas. Hoy lamentablemente ha desaparecido una de estas residencias. Como sabemos son de estilo vasco y muy bellas. La finca se ha añadido a la de los Ramos Carretero, a la Alquería del Pilar, para formar nuestro hermoso parque municipal. las largas temporadas que pasaba en Dos Hermanas no impedían a D. Luis el traslado diario a Sevilla, que hizo durante muchos años en tren, cercana como está la estación de Dos Hermanas a su residencia. A la vez San Bernardo estaba próxima a la calle San José de Sevilla. Eran proverbiales en D. Luis la constancia en el trabajo del escritorio, su dedicación a la naviera, y el cuidado de las haciendas y de la ganadería. Mantenía una relación directa y cordial con los patronos de sus buques. En su última enfermedad lo fue a visitar el capitán del que iba a iniciar el primer viaje con el que se inauguraban las que luego serían las líneas regulares con el continente americano. Se ha hecho referencia a los toros y es debido a que en 1884 los hermanos Ybarra González adquirieron una ganadería de toros bravos que mantuvieron veinte años. Se la compraron a D. Tomás Murube. Dos de los hermanos, Eduardo y Luis, fueron los que más se ocuparon de ella.
También, por supuesto, hay que hablar del almacén, ese querido Arsenal que todavía subsiste en la memoria de tantos nazarenos. Yo, que prácticamente, pasé toda mi infancia en él, al lado de los Plaza, esa familia que ha sido y es el puntal de los negocios de los Ybarra en Dos Hermanas, no puedo olvidar ese Arsenal de majestuosas naves, casi catedralicias, de amplias extensiones, que yo conocí agonizante y que vi morir. Ese Arsenal que había visto cocer tantas aceitunas gordales y manzanillas de las fincas de la familia y que fue sustituido por las Cruces y por Internacional Olivarera. Venían las aceitunas, como bien dice D. Eduardo Ybarra Hidalgo, de olivares desde los que se veía la Giralda y que es fama que son los que producen las mejores olivas. Y he hablado de los Plaza, esa dinastía de encargados, tan importantes también en la historia de Dos Hermanas, que ocuparon cargos en el ayuntamiento, presidieron formaciones políticas y formaron parte de juntas de gobierno de hermandades. Llegaron a la villa con D. José Plaza Grazalema, natural de Santiponce, casado con la alcareña Dª María del Carmen Romero Rubio. Su hijo D. Antonio Plaza Romero, concejal del ayuntamiento, nacido ya en Dos Hermanas, casó con la nazarena Dª María Muñoz López y fueron padres entre otros de D. Antonio Plaza Muñoz, presidente que fue de los Requetés y Hermano Mayor de Ntra. Sra. Santa Ana, aparte de persona vinculada a la Oración del Huerto a cuya junta también perteneció. Casó dos veces, la primera con Dª Ana Sánchez Soto, que ha pasado a nuestra historia como mujer adelantada a su tiempo, con su especial feminismo “avant la lettre”, y de segundas con la bollullera Dª Natividad Jiménez Iglesias, tan vinculada sobre todo y ante todo a nuestra iglesia mayor. Dos de los hijos de Antonio Plaza, Ignacio y Luis Miguel, trabajan aún con los Ybarra continuando la tradición que une a ambas familias. Así lo dice por ejemplo el que ha historiado la familia Ybarra, D. Eduardo Ybarra Hidalgo, que resalta esta vinculación entre los dos apellidos, tan fecunda para nuestra historia.
Pero siguiendo con D. Luis Ybarra quisiera resaltar una de sus obras más importantes, la fundación de las Escuelas del Ave María. Creadas las primeras en 1889 en Granada por D. Andrés Manjón, ejemplar sacerdote, burgalés de nacimiento y catedrático de Derecho Eclesiástico en Granada, se dedicaban a dar enseñanza a los sectores más desfavorecidos de la sociedad. En Dos Hermanas, conocedor D. Luis de la falta de escuela de los niños de la villa, se puso en contacto con el Padre Manjón para fundarlas. Adquirió unos terrenos al sur de la población, lindantes con la carretera, y construyó un colegio que lamentablemente hoy ha desaparecido, debido sobre todo a la ignorancia más escandalosa que permitió tirar semejante edificio. Entre jardines se construyeron pabellones independientes para alojar al director, clases y capilla. Los párvulos comenzaban con un “jardín escolar”, continuando toda la entonces llamada educación primaria y primeros cursos de bachillerato. Al frente de la escuela estuvieron dos grandes sacerdotes, D. Amancio Renes y D. Gerardo Cano. D. Luis y luego sus herederos corrieron con los gastos del colegio hasta que tuvo que ser clausurado por la vejez de los edificios. Después ha sido cedido en parte a la hermandad de Valme, que conserva la capilla y ha hecho nuevas naves, y al arzobispado para hacer la Parroquia del Ave María y San Luis Gonzaga, bellísimo templo de los arquitectos nazarenos Rafael López García y Daniel Conesa López.
Lamento de verdad la desaparición de las escuelas pero desde luego me congratulo por la aportación que se ha hecho al patrimonio monumental si algún purista no me cree ya lo veremos en el futuro- con este magnífico edificio. Sólo resta decir que en las Escuelas del Ave María se han educado nazarenos de todas las condiciones tanto “ricos” como “pobres”. Nadie ha olvidado las enseñanzas que en ella se le impartieron basadas en originales métodos pedagógicos, con clases al aire libre y uso de abundantes recursos naturales. Los niños aprendían jugando, todo ello informado de un espíritu cristiano que formaba tanto intelectual como espiritualmente a los alumnos. Todo ello debido sobre todo al genio y a la caridad de D. Luis Ybarra.
Pero para acabar ya con los apuntes de la vida de este prócer hay que decir que ambos cónyuges fallecieron a edad relativamente temprana, a los 67 y 60 años, el 3 de noviembre de 1916 y el 6 de junio de 1918, respectivamente, siendo enterrados en la capilla del Tránsito de San fosé del Hospital de las Cinco Llagas, al que D. Luis había dedicado también muchos afanes y donativos.
Tuvieron varios hijos: María Dolores, casada con D. Armando de Soto Morillos, importante almacenista nazareno; José María casado con su prima Dª María del Carmen Ybarra Menchacatorre, hija de su tío José María, II Conde de Ybarra; Luis casado con Dª María de los Dolores Medina La Fuente; Nicolás casado con Dª Manuela LLosent y Marañón y Jesús casado con Dª María de la Salud González Fernández-Palacios. Muchos de los descendientes de D. Luis siguen vinculados a Dos Hermanas como es el caso de sus nietos los Ybarra Llosent o de su nieta Dª Concepción Ybarra Ybarra, tan vinculada a nuestra ciudad sobre todo por la posesión de la bellísima Torre de Dª María que ella ha sabido convertir en un sitio del que disfrutan los nazarenos y todos nuestros visitantes.
Pero es ya el momento de acabar y me gustaría hacerlo tratando un asunto que me parece de suma importancia. En Dos Hermanas se le dedicaron dos calles: una parte de Real Utrera que se llamó Conde de Ybarra y un tramo de la Avenida de Andalucía que se llamó Luis de Ybarra. Ambos nombres han sido retirados. Comprendo que se quiera devolver su nombre a Real Utrera o que se unifique la Avenida de Andalucía pero no comprendo en absoluto que se despoje, sin razón alguna, a los Ybarra de sus calles, sin dedicarles otras. El mecenazgo de D. Luis, cuyas Escuelas de Ave María son un hito en nuestra historia, o el papel de la familia en el desarrollo agrícola e industrial de Dos Hermanas merece que se repongan los nombres. Lo peor del caso es que no creo que se hayan retirado por sectarismo sino más bien por una pura y supina ignorancia que no honra a nuestra ciudad.
Habida cuenta de que en Dos Hermanas, repito, no existe un antagonismo social dirigido a ninguna familia de la alta sociedad, y menos aún a los Ybarra, no comprendo esta falta en absoluto. Sería conveniente que se repusieran igual que nuestro Excelentísimo Ayuntamiento tendría que pensar en poner calles a muchos nazarenos hoy olvidados, algunos de los cuales han sido juzgados nada más por un tamiz político, en bastantes casos de forma errónea, y otros simplemente son desconocidos para los que nos rigen. Sería muy digno de la labor de este municipio, encomiable en muchos conceptos como hay que reconocer desde una óptica neutral, que rectificara lo que se hizo en otros tiempos. Harían un favor no a los Ybarra, evidentemente, sino a Dos Hermanas a la que tanto, con sus virtudes y sus defectos engrandecieron.
Sólo me queda agradecer a Dª Concepción Ybarra Ybarra y a D. Eduardo Ybarra Hidalgo la ayuda que me han prestado para escribir este pequeño artículo.
BIBLIOGRAFÍA: