(1898-1978-80) El almacén de aceitunas de Don Armando de Soto.

martes, 19 de agosto de 2025

 
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logotipo en etiqueta de 1928 con la ‘S’ de Soto en el centro, imagen publicada por El Nazareno.

Espero que este trabajo algún día no muy lejano, pueda servir de guía o índice, para una mayor investigación en el significado e importancia que la industria del aderezo de la aceituna y su comercialización ha tenido durante todo este siglo que está próximo a finalizar, en la historia reciente de nuestra ciudad de Dos Hermanas.

Estas líneas van dedicadas a las mujeres aceituneras, faeneros, toneleros... y resto del personal de este almacén, y muy especialmente a quienes fueron sus propietarios, D. Armando de Soto y Morillos y sus hijos D. Armando de Soto Ybarra y D. Luis de Soto Ybarra (q.e.p.d.).

FUNDACIÓN

“Cumplimiento Pascual en el Almacén”: De izquierda a derecha; Ma Josefa Sánchez Castizo, D. Basilio de Soto Camino, D. Miguel Gómez Inurria, y D. Carlos de Soto Camino.

D. Armando de Soto y Morillos nace en la ciudad de San Miguel, República del Salvador, el año de 1873. Hijo de Manuel y Emilio, descendiente del célebre navegante y conquistador español Hernando de Soto.  

A temprana edad y procedente de tierras salvadoreñas se instala en  Madrid, lugar en el que cursa los estudios de la licenciatura de Derecho. Invitado al parecer por unos amigos sevillanos, y con motivo de su estancia en la feria de Abril de Sevilla, conoce a la Srta. Da Dolores Ybarra y Gómez-Rull, con quien contraerá nupcias. De dicho matrimonio nacieron cuatro hijos, a saber, Armando, Concepción, Luis y José. 

Hombre erudito y culto, enamorado de los libros y su biblioteca. De gran austeridad, residente en la sevillana calle Zaragoza no 66. Este abogado de gran talento e inquietud, ante la incipiente y próspera industria del aderezo de la aceituna, a la edad de 25 años, funda en la ciudad nazarena el año 1898 su almacén de aceitunas. Con anterioridad, D. José Lissén Fernández, en el año 1878, y la familia Ybarra en 1873, habían fundado respectivamente su industria aceitunera. 

En repetidas ocasiones y en relación a las aceitunas, solía hacer el siguiente comentario. “...Las aceitunas de las Haciendas del término de Dos Hermanas, sobre todo la gorda y manzanilla, son de tal calidad y finura que se deberían verdear o recolectar con guantes de algodón para que no se molestasen...”. Era tan escrupuloso y le daba tanta importancia a la recolección del fruto de los olivos, que no quería que los verdeadores llevasen las uñas largas.

Fallece el día 3 de Enero del año 1947, a consecuencia de una lesión orgánica de corazón, en su domicilio sevillano a la edad de 74 años. Estas breves líneas conforman a grandes rasgos la semblanza del fundador de este almacén.

“Cumplimiento Pascual en el almacén”. Junto a las mujeres aceituneras la mesa presidida por el entonces párroco D. José Ma Ballesteros Bornes, D. Armando de Soto Ybarra, D. Antonio Hornillo, jefe de contabilidad, D. Eduardo Flores Gómez, Administrador Agrícola de D. Armando, D. Manuel Domínguez Cardona y D. Antonio Alanís capataz de la Hacienda de La Motilla.

UBICACIÓN Y DISTRIBUCIÓN

El primitivo almacén de aceitunas, estuvo ubicado en lo que fue Hacienda de Ntra. Sra. de las Mercedes, popularmente conocida por Hacienda de “Cotán” en la calle Antonia Díaz (actualmente. se ubica un edificio de grandes dimensiones, el Ambulatorio de la Seguridad Social y un bloque de viviendas). Contaba también con una casa señorial de abolengo, en la que permanecían D. Armando y su esposa grandes temporadas de residencia.

Tras unos años, a principios de siglo y debido a la falta de espacio, decide construir un grandioso almacén con el consiguiente traslado a una zona periférica del pueblo, concretamente en un extenso terreno próximo a la Huerta “Recreo de San Francisco” y chalet de la “Huerta de la Princesa”, justamente detrás de la cantera propiedad de D. Joaquín Mejías Franco “Cavanoche”, en la calle Albéniz. Con el paso del tiempo esta calle pasaría a denominarse vulgarmente como “El callejón de D. Armando”. Contaba con una extensión aproximada de unos cuarenta mil metros cuadrados, con la siguiente distribución.

Al entrar por la puerta principal de entrada, se encontraba a mano izquierda el “Pabellón”, lugar espacioso con gran salón de chimenea en el que solían recibirse a los clientes. Posteriormente se adaptó para oficinas de administración. Seguidamente el comedor, y junto a éste, una pequeña oficina en la que se llevaba todo lo concerniente a nóminas y seguridad social. Allí desempeñaban su trabajo D. José Miguel Inurrio (q.e.p.d.), D. Manuel Blanco Hornillo y D. José Postigo Ponce, siendo este último el encargado de pagar diariamente al personal. Después nos

adentramos en la Nave del Escogido, nave del Relleno, pasando por planta del deshuesado y taller de tonelería; un pequeño almacén de dependencias varias y el horno para el pimiento. Dicho horno era alimentado con fuel-oil y en él se cocía el pimiento para ser introducido, una vez lavado en los bocoyes con sal. También existía un gran sombrajo bajo el que se colocaban los bocoyes una vez que éstos habían fermentado.

Si volvemos de nuevo a la puerta principal, pero comenzando por el lado derecho, nos encontramos con la vivienda, el laboratorio, cuadras, garaje para los camiones y taller mecánico. Luego estaban las naves para la recolección, que no sólo servían para dar reposo a las aceitunas que venían del campo, sino también se encontraban los pilones de una capacidad aproximada de unos mil seiscientos Kg. En éstos, tenía lugar la cocción de las aceitunas. Entre estas naves se ubicaba el depósito para la sal, así como el pozo del agua y un extenso patio principal en el que se colocaban y alineaban los bocoyes y cuarterolas para que fuesen requeridas diariamente (requerir significa que con una regadera de salmuera, cada día, se rellenaba el nivel de salmuera de cada bocoy, a fin de que no se quedasen las aceitunas bajas de salmuera), hasta que tenía lugar su fermentación. En dicho patio se situaban las dos básculas, en las cuales se realizaban las taras y pesos de las mercancías que entraban o salían. Y por último un segundo gran patio posterior y nave, en la que se guardaban bocoyes vacíos en depósito.

Este almacén de aceitunas era sin duda alguna, uno de los mejores organizados con respecto a su trabajo, gracias a su maestro D. Antonio León Reyes (q.e.p.d.). así como al eficiente administrativo, D. Antonio Hornillo. Como dato curioso, existían tres azulejos sevillanos repartidos por el almacén con la siguiente inscripción: “Un sitio para cada cosa, y cada cosa en su sitio”.

PERSONAL

Llegados a este punto quiero hacer una consideración. Dado el espacio limitado de este artículo y puesto que no pretendo hacer una enumeración exhaustiva de todo el personal, ruego dispensa por las posibles omisiones.

Comenzando por el personal de oficinas, dedicados a la administración, contabilidad, ventas, etc., tenemos a los que siguen. En Dos Hermanas, en primer lugar, a D. Antonio Hornillo (q.e.p.d.), quien posteriormente sería sustituido por D. Miguel Gómez Inurria, D., José Domínguez Haro (q.e.p.d.), D. José Miguel Inurria (q.e.p.d.), D. José Arahal Alvarez, D. Manuel Blanco Hornillo, D. José Postigo Ponce y D. Fernando Díaz Cardona. En las oficinas de Sevilla, en la calle Zaragoza, tenemos a D. José Navarro Garrido, D. Manuel Alonso, D. Eduardo Flores Gómez y D. José Cañete.

Vista parcial del patio principal del almacén, repleto de bocoyes y cuarterolas

En relación a los maestros, hemos de citar a D. Antonio león Reyes (q.e.p.d.),  D. Manuel Domínguez Cardona (q.e.p.d.), D. Francisco García “El soldao” (q.e.p.d.), D. Diego Pera Alcocer y D. Manuel Mauri Barbero.

Encargado del relleno fue durante muchos años Alvaro Cueli, quien sería después, encargado de la báscula. De encargado del deshuesado estuvo D. Manuel Quinta y de maestro cocedor del pimiento D. Antonio Fernández Moguer. En los camiones, de chófer, estuvieron D. Rafael García, D. José Gómez Arias “Chofelete” y D. Manuel Sánchez Castizo; de mecánicos, D. Manuel Mauri Barbero y D. José Carrasco Jiménez.

En cuanto a la tonelería, debo matizar que los toneleros de este almacén se dedicaban fundamentalmente a la reparación y mantenimiento de bocoyes y cuarterolas. Cuando se necesitaba adquirir nuevos barriles, éstos se compraban en los distintos talleres de Tonelería existentes en nuestro pueblo. Como toneleros cito, entre otros, a D. José Varela Rodríguez (q.e.p.d.), D. Antonio “El currano”, D. Juan de Dios, D. Antonio Gómez “Chico Ganga”, D. José Márquez, Currito, etc ...

Y qué decir de tantas mujeres aceituneras... Hasta un total de trescientas o más personas, vinculadas laboralmente en este almacén. Incluso cuando los pedidos de aceituna aumentaban y no se podía dar respuesta a tal demanda, tenían lugar entonces las conocidas “velas”. Es decir, aceituneras que cuando terminaban de trabajar su jornadas en el almacén en que trabajasen, se venían de noche a efectuar otro turno de trabajo.

Este auge de prosperidad y trabajo en tantos almacenes de aceituna, traerá consigo, que familias enteras de los diversos puntos geográficos llegasen a nuestro pueblo en busca de trabajo, ello repercutirá notablemente en el desarrollo demográfico de Dos Hermanas.

EL ADEREZO

Las aceitunas que se compraban en verde en tiempos de recolección, procedían de muy diversos lugares, tales como Hacienda de “La Motilla”, Hacienda de San Miguel de Montelirio, etc....

Una vez que las aceitunas llegaban al almacén transportadas, bien en grandes angarillas de muños, y después más tarde en vehículos de tracción mecánica como los camiones, tras pasar por báscula, se descargaban en las espuertas de palma y se dejaban en reposo. Después de veinticuatro horas pasaban a los pilones, donde se preparaba la lejía con sosa cáustica y se procedía a cocerlas. Dicho proceso exigía mucha atención y sapiencia por parte del maestro cocedor. Luego, se le tiraba la lejía y se lavaban con agua, pasando a los bocoyes de madera de castaño con su salmuera a unos determinados grados de salinidad, según fuese verde o morada, etc. y se colocaban en el patio principal para su fermentación.

La mayor parte de la producción de aceituna será comercializada a través de la exportación para los Estados Unidos de América, si bien en la Península se vendían grandes partidas a Barcelona, Madrid... Cada año, según fuese la cosecha, pues ésta era variable, se podían aderezar de dos a tres millones de Kgs. de aceituna.

EVOLUCIÓN DEL ALMACÉN

Desde la fundación en 1898 y hasta el año 1947, la dirección suprema del almacén recayó en D. Armando de Soto y Morillas. Tras su muerte, serán sus hijos D. Armando y D. Luis, bajo la supervisión de su madre Da Dolores Ybarra, quienes rijan los destinos de la industria aceitunera. No obstante, D. Luis de Soto se encargaría de la gerencia del mismo. El año 1958 fallece Da Dolores Ybarra y se procede a la partición hereditaria del negocio. D. Armando de Soto, que había contraído nupcias con Da María Camino Buiz, de cuyo matrimonio nacieron los hijos: María (religiosa, q.e.p.d.), Armando, Dolores, Manuel, Carlos (recientemente fallecido), Basilio (q.e.p.d.), Javier y Josefa, será quien en compañía de sus hijos dirigirá el almacén de aceitunas hasta su cierre el año 1978.

Anteriormente D. Armando de Soto había comprado a Laffite la conocida Hacienda “La Motilla”, una de las mejores fincas del término de Dos Hermanas por su riqueza de olivar. Años más tarde se planificará y urbanizará conformando el complejo residencial que hoy conocemos como “Urbanización La Motilla”.

APÉNDICE. REFERENCIA AL ALMACÉN DE D. LUIS DE SOTO YBARRA

Tras la muerte de su madre y la consiguiente partición hereditaria, D. Luis de Soto Ybarra funda el día 16 de Abril de 1958 su propio almacén de aceitunas, en terrenos contiguos al almacén de su padre, que le habían sido adjudicados. Además de las naves de dicho almacén y la hermosa vivienda en que residía su apoderado con su familia, era de destacar una excelente huerta de naranjos así como un bellísimo jardín y chalet que cuidaba y mimaba con muchísimo esmero y celo, pasando en él junto a su esposa largas temporadas en primavera y verano.

Más de cien personas llegarían a trabajar en dicha industria aceitunera. Cada año se podían aderezar en torno a los dos millones de Kgs. de aceitunas, con destino fundamentalmente a la exportación, a países como Estados Unidos, Alemania, Malta e incluso en la península. Con ayuda de su maestro de almacén Farfán y luego Diego Varela y su apoderado, hombre de confianza, ejemplo de honradez, lealtad e integridad, D. Manuel Monge Rodrigo, así como al resto de personal llevaría adelante su empresa hasta su cierre el año 1980.

D. Luis de Soto heredaría de su padre la inquietud y sapiencia por la variedad, proceso y ercado de la aceituna de mesa. Tenía gran dominio de idiomas, llegando a hablar a la perfección el inglés y el francés, así como algo de alemán. Ello le haría viajar con bastante asiduidad a los Estados Unidos, por Europa y un sin fin de lugares, llegando a ser director de propaganda de la aceituna de mesa.

Vista aérea del almacén de aceitunas.

Años 1949-50 

Gran amante de las cacerías y de tertulias en las que departía entrañables momentos de conversación con sus amigos D. Manuel Maestre, D. José MaBenjumea, D. Alfredo Álvarez Pickman,... Casa con la señorita Da Luisa Benito Olmedo, no teniendo hijos de dicho matrimonio.

Hombre tremendamente comercial, siendo su marca de aceitunas “El Adelantado”, que se conocerá por todo el mercado. De grandes conocimientos del arte gastronómico y culinario que aprendería en Suiza, siendo gran entendido de toda clase de comidas.

De estatura no muy alto, solía vérsele por la Catedral de Sevilla con su mascota y andar reposado. Fallece el año 1992, siendo sus exequias de gran sencillez y austeridad, pues su funeral tendría lugar en la Iglesia de la Caridad de la calle Temprado.

CUMPLIMIENTO PASCUAL

A iniciativa del párroco D. José Ruiz Montero, persona de gratos recuerdos entre nosotros por su labor pastoral, durante los meses siguientes a la Semana Santa, en Abril o Mayo, solían tener lugar por los distintos almacenes de aceituna tales como Lissén Hnos., Carbonell, Serra-Pickman, etc. los “Cumplimientos Pascuales”.

Se celebraban generalmente los domingos. Para ello, se habilitaba una de las naves en la que se instalaba el altar para la celebración de la misa. Luego se servía un desayuno, y tenía lugar una jornada festiva de convivencia entre todo el personal y la dirección de la empresa, amenizado incluso con cantos.

A continuación, transcribo la crónica que el Periódico “Adelante” dedicó el día 23 de mayo del año 1956 con motivo del cumplimiento pascual en el almacén de Hijos de D. Armando de Soto:

“... EN LOS ALMACENES DE HIJOS DE DON ARMANDO DE SOTO. Una de las más importantes industrias nazarenas, y también de las de más rancio abolengo, ha sido escenario de un acontecimiento que habla muy alto del espíritu religioso de sus dueños y operarios. En esta industria aceitunera, que perpetua el ilustre apellido de su fundador, el inolvidable caballero don Armando de Soto y Morillos (q.e.p.d.), vinculado a Dos Hermanas por lazos de cariño y por intereses de gran magnitud que tantos beneficios ha reportado a la clase obrera; en esa industria que hoy continúan sus hijos, se ha celebrado el cumplimiento pascual de sus trescientos y pico de obreros de ambos sexos cuya preparación tuvo lugar en los días 3, 4 y 5 por la tarde, a cargo del señor párroco. Por los altavoces que la firma ‘Cesur’ puso a su disposición, se dirigió el mismo a los asistentes, que escuchaban con suma complacencia e interés, contando con las más amplias facilidades por parte de los dueños. El día 6, domingo, a las nueve de la mañana, fue la misa de comunión general, cuyo altar se instaló en una nave especial, transformada en capilla, donde figuraba la Santísima Virgen de Fátima exornada de guirnaldas y luces. Presidieron al lado del altar, los propietarios de la industria, doña Dolores Ybarra, viuda de Soto, don Armando y don Luis de Soto con sus esposas e hijos, alto personal administrativo de Sevilla y Dos Hermanas. Ayudó al celebrante don Luis de Soto. La misa fue dirigida por una obrera de Acción Católica. Fue altamente edificante el momento de acercarse los obreros al banquete eucarístico. Después de la misa se sirvió un suculento desayuno en una amplia nave, exornada de banderines y cadenetas, siendo obsequiados los asistentes con chocolate, dulces, licores y los obreros con sendos puros. Un grupo de obreros hizo entrega al señor cura párroco, para los pobres de trescientas pesetas, recaudadas entre todos, y la dueña, conmovida por tan hermoso gesto, aumentó la cantidad con mil pesetas. A continuación, desde los micrófonos, el señor párroco expresó su agradecimiento y satisfacción por el gran fruto obtenido, y las obreras señoritas Vaquero y Remacho y el faenero señor Fornet se manifestaron en idénticos términos con frases de sumo gracejo que fueron muy celebrados. Se cantaron después canciones folklóricas y bailes de “sevillanas”, cerrando el acto don Armando de Soto Ybarra, el cual manifestó su satisfacción y prometió que todos los años, Dios mediante, se celebraría una fiesta similar. Se distribuyeron estampas-recordatorias del acto con la oración a Jesús Obrero. Hay que destacar la labor realizada por los colaboradores del señor párroco en el éxito espiritual y material de estas jornadas, especialmente de don José Miguel lnurria y bajo sus órdenes el personal de este gran almacén”.


Vista aérea y panorámica completa del almacén. Década de los años setenta. Al fondo Bda. Las Ganchozas, al principio parte del almacén de aceitunas de D. José Ma Troncoso Alanís. Junto panorámica completa del almacén de D. Luis de Soto Ybarra, huerta y jardín del mismo.

REFERENCIA AL EQUIPO DE FÚTBOL

Gracias al impulso de D. Francisco García “El soldao”, se fundó en el almacén, un equipo de fútbol que tomó el nombre de C.D. Don Armando. Participó dicho equipo en un campeonato de fútbol local que se organizó a iniciativa de D. Manuel Barrero Márquez (q.e.p.d.) y de D. José Agustín Gutiérrez Rivas “Joselillo el de Diego”. Entre los demás equipos participantes se encontraba el “Textiles del Sur”, “Barrio Saco”, “El Palmarillo”, Ciclismo U.D., Transporte C.F., etc., entre otros. De todo ello se hacía eco el periódico local “Adelante” en sus conocidas crónicas a manos dei. Varela. En este equipo del C.D. Don Armando, jugaron Miguel Salís, Cisma, Riscardo, Joselito, Diego Varela, Juan Godoy, etc....

CRISIS DEL SECTOR Y CIERRE

A finales de los años cincuenta, una de las industrias aceituneras más importantes de nuestra ciudad, cerraría sus puertas. Se trataba nada menos de “Lissén Hermanos”. Pero será a partir del año 1965, cuando el fantasma de “la mecanización” empezó a asomarse ya en la tonelería, con la aparición de “las bombonas de plástico”:, ello traería consigo la extinción paulatina de dicho gremio.

Sin duda alguna, todo el proceso de aderezo de la aceituna requería de una gran cantidad de mano de obra. Las máquinas de aire comprimido del deshuesado, así como la automática, la del escogido, el repaso con las volteadoras automáticas, las del relleno automático, los fermentadores, etc... traerían como consecuencia una disminución brusca del personal, de la mano de obra, así como la necesidad de adaptar toda la estructura tradicional productiva a las nuevas exigencias a fin de que fuese competitiva la industria aceitunera. Todo ello requería fortísimas inversiones de capital. Sea como fuere, en la década de los años setenta la industria del aderezo de aceituna entra en una profunda crisis. Hacer un análisis de cuáles fueron las causas constituye un fenómeno complejo.

El año de 1978 cierra el almacén de aceitunas de Hijos de Armando de Soto. Tres años después fallece D. Armando de Soto Ybarra. Tras la venta de los terrenos por los herederos, comenzará su demolición y actualmente se está edificando un extenso complejo residencial de viviendas.

No quiero terminar este trabajo sin expresar mi agradecimiento a todas aquellas personas que me ofrecieron algún tipo de información para llevar a cabo este artículo. Mi gratitud y consideración hacia D. Miguel Gómez lnurria, D. José Sánchez Gutiérrez y D. Manuel Monge Rodrigo.

Autor: Salvador Arribas Monge, Publicado previamente en la Revista Cultural de Feria de Dos Hermanas de 1997, pags. 34 a 44.