1964, Almacén de asado de pimientos para el relleno de las aceitunas

lunes, 15 de abril de 2024

1964, Francisco Domínguez con 16 años (a la izquierda) con su compañero se afanaban en llenar las cajas de pimientos  que llegagan en camiones a granel, para luego acercarlas en cajas al horno.

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RECUERDOS Y VIVENCIAS JUVENILES DE UN NAZARENO EN LA DISTANCIA", por Francisco Domínguez
Los almacenes en los que trabajé (el de asado de pimientos)
Este almacén de asado de pimientos fue el último en el que entré a trabajar con mis 16 años cumplidos, y al igual que los anteriores era propiedad de mi tío José Pérez y de Ramón Trujillo. Estaba situado en la calle que hoy en día se llama Avenida de Los Reyes Católicos en el mismo solar en donde años más tarde se construyó un local exposición para un concesionario de coches
En dicho almacén solo se asaban los grandes pimientos que camión tras camión nos traían con frecuencia, para su elaboración y posterior uso después en el relleno de aceitunas. Recuerdo que en una alta nave con techo de uralita, había colocado un alto y largo horno rotatorio permanentemente encendido y en donde por una tolva baja íbamos echando cajas y más cajas llenas de esos grandes y ricos pimientos de color bermellón, los cuales subían dando vueltas por el interior de un horno hasta que una vez asados caían a una larga cinta transportadora sobre la que corría suspendido un tubo de agua convenientemente agujereado que echaban unos finos chorros de agua sobre los pimientos para enfriarlos a la vez que para facilitar el poder sacarles fácilmente su piel
A ambos lados de esa larga cinta transportadora, varias mujeres con guantes de goma colocados en sus manos para poder aguantar el calor con que salían los pimientos del horno, manipulaban con rapidez y eficacia los pimientos recién cocidos y les quitaban la mayor parte de la piel mientras que otras al final de la cinta les sacaban la cabeza y las semillas, el caso es que al final del proceso de manipulación, esos pimientos salían listos para envasarlos y llevarlos al almacén en donde posteriormente se enviaban a otros almacenes de relleno de la localidad
Recuerdo que mi trabajo por aquel entonces era bastante mas pesado que en los otros almacenes en donde trabajé, quizás es que al tener ya 16 años me consideraban plenamente adulto y por ello me hacían trabajar como a un hombre. Según llegaban los camiones llenos de pimientos, allí que subíamos otro compañero y yo a descargarlo a paladas, llenando cajas de madera que luego las almaceneras se encargaban de trasladar hasta las proximidades del horno. Hubo ocasiones en que incluso tuvimos que dormir por turnos de noche en un cuarto del almacén, no se podía dejar de asar pimientos mientras que hubiese género y para eso el horno permanecía encendido día y noche sin interrupción, fue un tiempo duro de trabajo pero compensado con el jornal que cada semana podía yo entregar orgullosamente a mis padres.
Y con este almacén finalizo ya los relatos de mis años de trabajo como pinche/almacenero que siendo un adolescente tuve que realizar. Me hubiese gustado al terminar mis estudios primarios en las escuelas del pueblo, poder seguir haciendo unos estudios superiores o incluso de grado medio pero lamentablemente en aquellos años aún no había ningún instituto en el pueblo y además toda ayuda era poca para poder sumar a la economía familiar, aunque como siempre tuve espíritu aventurero, al año siguiente y con 17 años recién cumplidos sentí la llamada de las armas y acudí al reclamo que por aquellos años estaba tan de moda “¡¡muchacho, la marina te llama!!” ¿os acordáis?
En septiembre de 1.965 entré de recluta en el CIM (Cuartel de Instrucción de Marinería) de San Fernando en donde permanecí hasta diciembre haciendo instrucción, unos días de vacaciones de Navidad en casa, y a primeros del 66 me monté en un viejo tren de carbón de Renfe y asientos de madera y dos noches y un día después llegamos a la bella ciudad gallega de El Ferrol (por aquel entonces del caudillo) y en donde nos esperaban para llevarnos a la Escuela de Mecánicos de la Armada en donde como alumno especialista nos estuvieron preparando durante todo el año 66 pero esto ya es otra historia ajena a mis vivencias laborales en el pueblo y por ello voy a dejar un paréntesis en mi vida de 3 años que son los que estuve en la marina, un año en esa escuela gallega y otros dos embarcado en uno de los mayores buques de la Armada el TA-21 Castilla como cabo especialista mecánico.
Si os parece, seguiré mi relato después de mi licenciamiento en la marina ocurrido a principios del 69 en que regresé a mi localidad nazarena para asentarme y tratar de buscar un futuro laboral y familiar, pero el destino aún me tenía reservadas varias sorpresas y al parecer no era que mi vida siguiese junto a mis familiares y amigos. Un abrazo a todos y seguiré en otro momento.