José Pérez Velázquez, «Joselito Roque»
sábado, 27 de enero de 2024José Pérez Velázquez de pié en la foto con su hermano Francisco, en marzo de 1936.
Nace el 19 de marzo de 1906 a las 12 de la noche en el número 18 de la calle San Bernardo. Su padre José Pérez Muñoz, de la “Familia de los Roques”, su madre, Encarnación Velázquez Sánchez, de la “Familia de los Chelites María”. Nieto por vía paterna de José Pérez Díaz y Pastora Muñoz Rivas. Por la materna de Antonio Velázquez Monge y María Sánchez Rubio. Sus bisabuelos paternos naturales de San Roque (Cádiz), de ahí el sobrenombre de “Roque” a toda esta familia.
Su infancia transcurre en el entonces llamado “Cerrillo del Huerto de José el de Pilar” (Calle San AntonioSan Bernado-Cabo Noval-Real Utrera desde Sevillana de Electricidad a la calle Reposo). Recibe la mínima instrucción en la escuela pública y con 11 años de edad comienza a trabajar en la tienda de comestibles que su padre tiene en la Avenida de la Cruz, esquina a Santa Elvira.
Así hasta los 16 años, que comienza a trabajar como obrero agrícola en la hacienda de San Juan del Hornillo, distante de Dos Hermanas por el camino de Maestre de los Molinos y la Hijuela de Tío Reina por la Torre Mochuelo, unos 9 Kms. Así durante 4 años.Quinto del reemplazo de 1926 es excedente de cuota y no hace el Servicio Militar. Casa el 8 de marzo de 1933 con la Srta. Estrella Benitez Villalta, vecina nuestra oriunda de Coria del Río, de cuya unión nacen dos hembras: Encarnación y María. Aunque la Guerra Civil casi le incorpora a fila, se libra de ella por el nacimiento de su primera hija en 1938. Sobre el 1939 y con la ayuda ce su padre, instala un despacho de comestibles y bebidas en la calle Santa Elvira. A nuestro biografiado se le conoció toda su vida por Joselito Roque,hombre noble, simpático y ocurrente, tranquilo, sin alterarse por nada. Estimaba que la vida debe tomarse con calma en los azares que ésta nos depara.
Cada cliente recibe una ocurrencia que le provoca hilaridad. A una vecina de la calle San Fernando le dice “Marquesa de la Modesta”, a otro “ D. Manuel Sánchez Chacón, Caballero cubierto ante el Rey” y así los clientes le toman afecto. Sus ocurrencias eran alto significativas. Tenía una cliente con una prole de 8 hijos y el marido, en total 10 para comer, y Joselito en cuanto llegaba le decía “El menú de los Sres. dígame cual es hoy. Dispone ésta, su casa, de un extenso surtido de jamones y chacinas de Cumbres Mayores, para la despensa de vuestra mansión” la pobre mujer le decía “Joselito déjate de bromas y descáchame un cuarto de corvina”. Así era nuestro biografiado con sus clientes en aquellos mal llamados años; así convivía él con el público, pudiéramos decir con su público; pues él decía que su clientela estaba suscrita a la casa. Sus cajas de fósforos tenían 27 cerillas nada más y cuando algún cliente protestaba, él decía: “Fosforera Española es ingrata con ésta su casa Sr. Cliente, en el próximo pedido a vuelta de correos, consignaré este error”.
A la madre de éste, su modesto biógrafo, le decía “Dª Mª de los Reyes, por haber nacido el 6 de enero”. Joselito Roque era una de las personas que uno deseaba ver todos los días para seguir la dura vida de aquellas décadas de indigencias.
El decía “mañana nace otro día y con él la esperanza”. Así su clientela masculina en la parte del despacho de vino, por las noches, reía con sus ocurrencias. Le dice algún cliente “Joselito este vino está muy claro, sabe a agua”, él contesta muy tranquilamente “Has comido hoy bacalao y estás malo de sabor y además necesitas hacer una visita al óptico Ulloa en la calle Sierpes. Para ver mejor, beba usted Solera Sala de la Palma de Condado y no distingue usted”. La hilaridad era general entre la clientela.
Así pasaron los años y nuestro buen amigo llevaba ya en su tienda 26 largos años. Padecía de Nefrosis. Hacía años que había venido curando en las aguas termales de Marmolejo (Jaén), pero el mal de forma inesperada acaba con su vida a los 58 años de edad, el día 3 de enero de 1965. Un vecino del barrio El Saco (como le puso su tío Rafael), que nació y murió en él, conviviendo con sus gentes día a día. Una persona amable y buena con el prójimo sin alardes, se fue para siempre.