1676, 28 de junio, Ermita de la Soledad de Dos Hermanas

sábado, 27 de enero de 2024

Imagen creada por Jesús Barbero.


La desaparecida ermita de la Soledad, perteneciente a la hermandad del Santo Entierro.

Misteriosa porque, entre otras cosas no se sabe con exactitud dónde se encontraba y si en su interior recibieron culto las imágenes Titulares de aquella cofradía.

De ella sólo se conservan unas cuantas referencias que pasamos a reseñar a continuación, siguiendo un orden cronológico.

En primer lugar, se sabe que el 28 de junio de 1676 «se comensó a trabajar en la capilla» de la Soledad, nombrándose diputado a Alonso de Pozas «para hacer la capilla que esta cofradía está haciendo», según consta en una certificación del escribano de la cofradía Juan Sarmiento fechada en octubre de ese mismo año. Si bien podría tratarse de una capilla construida en la parroquia, el hecho de que en la visita pastoral de 1682 se la mencione de manera independiente al templo parroquial, nos hace pensar de que se trata, en realidad, de una ermita. En dicha visita se dice: «Ay vna muy buena capilla de Nuestra Señora de la Soledad muy linda que la an hecho nueva los hermanos de vna cofradía que sale el Viernes Santo y tiene por Adbocasión y Patrona la dicha Ymagen».

Mucho más claro es un mandamiento del provisor general de Sevilla, de 8 de febrero de 1684, donde se dice que la cofradía de la Soledad y Santo Entierro de Cristo estaba «cita en su hermita en la uilla de Dos Hermanas». Pero, curiosamente, en una petición de ese mismo año se dice que la cofradía residía en la parroquia. Y en una certificación de Luis Sarmiento “el Mozo”, notario apostólico, de 5 de marzo de 1684, se dice que los cofrades se reunieron «a cabildo en la capilla que la dicha cofradía tiene».

Entre las cuentas recogidas en la visita pastoral de 1691 encontramos una anotación que nos puede ayudar a situar este templo. Dice así: «De vna zerradura y llaue para la puerta principal de la iglesia, que sale a la capilla de la Soledad, por quince reales». Es decir, que la ermita o capilla de la Soledad estaba frente a la puerta principal de la iglesia parroquial. Por tanto, estaría, más o menos, donde hoy se alza la fuente de la plaza de “los Jardines”.

Por su parte, las Reglas de la cofradía del Santo Entierro, datas en 1724 tienen, al respecto, un mandato cuanto menos llamativo: «Hordenamos y mandamos que si algún hermano de nuestra hermandad fallesiere, seamos obligado a los enterrar donde él mandare, que le sean dichas una misa resada y una cantada en la casa o conbento donde fueremos ayuntados, el cuerpo presente si se enterrare en nuestro monasterio, y si no se le digan otro día siguiente en el dicho monasterio» (Capítulo XII de las Reglas). ¿Casa (en el contexto de la época es sinónimo de hospital), convento, Monasterio? Esta cita nos lleva a pensar en la posibilidad de que los cofrades de aquella corporación tendrían pensado la construcción de un hospital o la agregación a una frustrada fundación conventual en tormo a su ermita. Sin embargo, dada la ausencia de documentos, entramos en un terreno realmente complicado. 

Volviendo al hilo cronológico, en la visita pastoral de 25 de noviembre de 1734, efectuada por el arzobispo de Sevilla don Luis Salcedo y Azcona se ordena: «En cumplimiento de Nuestra obligazión Pastoral hallándonos celebrando nuestra personal visita en esta Villa, hauiendo reconosido que la Capilla de Señora Santa Ana ynmediata a la Parroquial de esta Villa donde pertenece, se halla con poca asistencia y sin la Veneración que se deue al Culto diuino y que al mismo tiempo dicha Parroquial y su ámbito no es el suficiente para el mucho concurso del Pueblo maiormente en días clásicos, en que concurre la mayor parte de él, para que tenga desahogo y puedan los fieles ocurrir a las oras canónicas, diuinos oficios y demás funciones Mandamos que el arco donde está la Ymagen de Nuestra Señora de la Soledad se abra, mudando dicha Ymagen a su hermita, cuya avertura cae a la puerta de dicha Hermita de Santa Ana con la qual quedará dicha Parroquial con la capasidad nesesaria al concurso del Pueblo, e yncorporada en ella para lo qual damos lizencia y facultad en bastante forma». Pero desconocemos si finalmente la imagen pasó a su ermita.

La última referencia que hemos encontrado, hasta el momento, sobre la ermita de la Soledad, data de finales del siglo XVIII. En el verano de 1786 se prohibieron, al fin, los entierros en el interior de la parroquia de Santa María Magdalena, debido a las pestilencias que provocaba la apertura de los diferentes nichos repartidos por el suelo de la parroquia. 

Un año más tarde tiene lugar la epidemia de fiebres tercianas, y ante la gran cantidad de muertes que se produjo en Dos-Hermanas, se decidió enterrar a los fallecidos en las ermitas de Santa Ana, Soledad y San Sebastián. Y así, en las cuentas de la visita pastoral de 1789, se anota el pago de 600 reales de vellón y seis maravedíes al maestro alarife Martín Alonso por «treinta y dos días que se ocupó con un peón en solar las Hermitas de Nuestra Señora de la Soledad, Señora Santa Ana // y San Sebastián a causa de haverse hecho en ellas los enterramientos de los cadáveres en el año de 1787 por haverse prohibido por el Señor Provisor se executasen en la Yglesia por la mucha mortandad».

Esto es lo que hasta ahora se conoce sobre la ermita de la Soledad. Esperemos que en un futuro no tan lejano, encontremos más información al respecto.

En la primera imagen, hemos señalado la ubicación posible de la ermita de la Soledad en una fotografía aérea de 1956. En la segunda, un dibujo realizado por el autor de estas líneas donde se reconstruye la Dos-Hermanas de mediados del siglo XVIII y aparece en el centro, señalada, la ermita de la Soledad.

Fuente: Texto e imagen por Jesús Barbero Rodríguez, en su página de facebook Dos Hermanas, crónica de un pueblo, publicado el 16 de octubre de 2020